La corrupción corroe a la izquierda latinoamericana

El sueño de una América Latina socialista se ha ido esfumando en la medida que los tribunales se llenan de procesos contra ex presidentes y funcionarios. Y en muchos de ellos Odebrecht es el factor común. La corrupción no tiene ideología, pero entre los gobiernos que se autocalifican como izquierdistas ha florecido especialmente durante los últimos años

Por Reyes Theis | @reyestheis

Cristina de Kirchner, Luiz Inacio Lula da Silva y Ollanta Humala, tienen elementos en común: son ex presidentes (Argentina, Brasil y Perú) y los tres han sido encausados por corrupción. Pero hay otro dato relevante: el trío es socialista. O dicen serlo.

A los referidos casos se les suma las investigaciones contra ex funcionarios del gobierno de Rafael Correa en Ecuador y del chavismo en Venezuela.

Hoy, cuando estas figuras ya no están en funciones presidenciales, la corrupción brota con fuerza como un géiser indetenible y podría explicar las razones por las que el péndulo político está del lado derecho.

Para el filósofo Noam Chomsky, estas fallas en el manejo de los recursos públicos explican el infortunio actual de la izquierda en Latinoamérica. En julio, durante una visita a Uruguay, el intelectual estadounidense aseveró que la crisis de la izquierda en nuestros países se debe principalmente a la corrupción. Dijo que hay una “falta de capacidad del liderazgo de izquierda para evitar los niveles de corrupción endémica en América Latina”, citó Efe.

El motor brasileño

Odebrecht es una empresa brasileña cuya principal área de experticia es la ingeniería y la construcción, y al paso seguro de sus tractores, sus prácticas corruptas se fueron extendiendo por casi todo el continente.

Con las investigaciones llevadas a cabo por la Fiscalía brasileña ya había indicios de cómo las corruptelas empleadas por la compañía habían tocado a diversos gobiernos, pero fue el Departamento de Justicia de Estados Unidos el que dio a conocer el alcance real.

En vísperas de la navidad de 2016 el Departamento publicó un documento que debió arruinar la Nochebuena a más de un funcionario involucrado, y anunció que la constructora había pagado aproximadamente 788 millones de dólares en sobornos en doce países de Latinoamérica y África.

Según los documentos del Tribunal del Distrito Occidental de Nueva York, los pagos se hicieron en relación con “más de 100 proyectos en 12 países, incluidos Angola, Argentina, Brasil, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, México, Mozambique, Panamá, Perú y Venezuela”.

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Con caipirinha

En Brasil, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, fue condenado el pasado 12 de julio a nueve años y medio de cárcel por corrupción y lavado de dinero. La sentencia fue dictada por el juez Sergio Moro, quien está a cargo del caso sobre la corrupción en la petrolera estatal, Petrobras. El fallo es en primera instancia y si se confirma en segunda Lula deberá desechar sus aspiraciones presidenciales, porque irá a prisión.

Lula fue encontrado culpable de aceptar 1,2 millones de dólares en sobornos de la firma de ingeniería OAS, dinero que habría usado para remodelar un departamento en la playa en el municipio de Guarujá, Sao Paulo, a cambio de contratos con Petrobras.

También le fueron bloqueadas sus cuentas. Según la agencia AFP, el ex mandatario es dueño de tres departamentos, un terreno y dos vehículos valorados en 4,3 millones de dólares. Adicionalmente, tiene un fondo de pensión privado de unos 2,2 millones de dólares -cuyos beneficiarios son sus hijos- y que, según Lula, fue producto de conferencias realizadas.

En Perú, el ex presidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, también de izquierda, permanecen en prisión preventiva por 18 meses en el marco de la investigación del caso Lava Jato, vinculada a la trama de corrupción de Petrobras y Odebrecht.

La fetidez de los negocios ilícitos impregna a diversos sectores. En 2016 la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (el mismo de Lula), fue destituida de su cargo por violar normas fiscales al maquillar el déficit del presupuesto del Estado. Pero el sucesor de Dilma, Michel Temer, también aparece fuertemente señalado en los escándalos de corrupción, así como el senador Aecio Neves, quien fue candidato presidencial del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y forma parte de la alianza que respalda a Temer.

En Argentina, la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene varios procesos judiciales abiertos y sus cuentas permanecen congeladas. Uno de ellos es por la sociedad Los Sauces, que según BBC Mundo, fue constituida en 2008 por la familia Kirchner (Cristina y sus hijos Máximo y Florencia), en la que sus principales clientes fueron Lázaro Báez y Cristóbal López, empresarios de la construcción con millonarios contratos con el Estado. Más de 80% de los ingresos en concepto de alquileres de Los Sauces provendría de empresas de Báez y López.

En Perú, el ex presidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, también de izquierda, permanecen en prisión preventiva por 18 meses en el marco de la investigación del caso Lava Jato, vinculada a la trama de corrupción de Petrobras y Odebrecht.

Los señalamientos se motivan en las declaraciones del ex representante de Odebrecht en Perú, Jorge Barata, quien confesó que en 2010 el dueño de la constructora, Marcelo Odebrecht, le instruyó a realizar donaciones para la campaña del Partido Nacionalista, que postulaba a Humala y que habrían sido solicitadas por Lula Da Silva. Además, el propio Marcelo Odebrecht reveló que su consorcio habría enviado, a través del Departamento de Operaciones Estructuradas, 3 millones de dólares a Humala.

La pareja también está señalada por lavar activos provenientes de aportes económicos del gobierno de Hugo Chávez para la campaña presidencial a través de la embajada venezolana en Lima y empresarios chavistas.

Chavismo presente

En Venezuela, la falta de independencia de los poderes no ha permitido avances en el combate a la corrupción. Según la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, una mujer vinculada al chavismo y ahora disidente del gobierno, el Tribunal Supremo de Justicia bloquea la investigación.

“Actualmente tenemos 36.124 investigaciones por corrupción y van en aumento (…) pero, ¿Cuál es una de las que más nos preocupa? Es el caso que ha puesto a tambalear a los grupos del poder sin importar sus arengas ideológicas, nueve letras nada más: Odebrecht”, lanzó Ortega Díaz este 31 de julio en una rueda de prensa.

A pesar de los obstáculos alegados, el Ministerio Público ordenó recientemente las primeras imputaciones. Elita Del Valle Zacarías Díaz y su hija María Eugenia Baptista Zacarías, suegra y esposa del ex ministro de Transporte Terrestre y Obras Públicas, Haiman El Troudi, fueron las imputadas y se ordenó el congelamiento de sus cuentas que ascienden a 42 millones de dólares.

“En los países de Latinoamérica la corrupción es sistémica, histórica y atraviesa a la clase política en general, por tanto no hay distingos ideológicos en esta materia”

Pero ya es poco lo que efectivamente puede hacer Ortega Díaz: el sábado 5 de agosto la recién instalada Asamblea Nacional Constituyente se estrenó con la decisión de remover a la incómoda Fiscal y avanzar en un juicio en su contra. Queda esperar que sea ella misma quien, en algún momento, decida airear lo que sabe de los vínculos del chavismo con Odebrecht.

La trama de corrupción brasileña-venezolana tendría en la campaña presidencial de Hugo Chávez en 2012 otro capítulo. “Chávez corazón del pueblo”, fue el lema para la reelección de Hugo Chávez, plasmado en un jingle. La idea era generar empatía y provenía de un publicista brasileño, Joao Santana, quien trabajaba junto a su esposa, la también publicista Mónica Moura. Ambos fueron detenidos por lavado de dinero.

Moura afirmó que la campaña de Hugo Chávez en 2012 costó 35 millones de dólares y se pagó en su mayoría con fondos “no contabilizados” de forma legal procedentes de “varios donantes”. Dijo haber sido “orientada” a buscar a un ejecutivo de Odebrecht, Fernando Migliaccio, para pedir que la empresa aportara fondos al financiamiento ilegal de esa campaña.

Los pagos de Odebrecht habrían sido realizados en empresas fantasmas en paraísos fiscales y sumarían entre 750.000 y 1 millón de dólares. Santana también había asesorado a Lula da Silva en su reelección de 2006 y después a Rousseff en 2010 y 2014, así como a Nicolás Maduro en 2013.

Aunque la información de la Corte del Distrito Este del Estado de Nueva York refería que se habrían hecho pagos de sobornos a funcionarios venezolanos en el orden de los 98 millones de dólares, se estima que esta cifra se queda corta.

Transparencia Venezuela en un informe de este mes de julio llamado “Odebrecht en Venezuela” considera que el monto de las comisiones por sobornos en el caso venezolano, es mucho mayor. Argumenta que los dos casos mencionados ascienden a 77 millones de dólares “y solo corresponden a un período determinado y a un ministro de los 28 que, de acuerdo a la investigación realizada por Transparencia Venezuela, de una u otra forman tendrían participación en la ejecución de los más de 32 contratos suscritos con la empresa Odebrecht”.

Uno de los datos concretos más importantes lo aportó recientemente la Fiscal Ortega Díaz. En la sede del Ministerio Público afirmó que: “30.000 millones de dólares es el monto que el Estado venezolano le pagó a Odebrecht en 11 obras de infraestructura que están inconclusas, entre las cuales está el tercer puente sobre el río Orinoco y el Metro Caracas-Guatire”.

“¿Cómo se encuentran esas obras en la actualidad? A simple vista pueden constatar cómo están esas obras, paralizadas. ¿Quién se hace responsable? ¿A quién le reclamamos? ¿Quién le da la cara al país de ese desfalco?”, añadió.

El informe de Transparencia Venezuela destaca que el ritmo intermitente con el cual se ha ido avanzando durante los últimos años en los grandes proyectos de infraestructura ha implicado un incremento en los costos operativos y retrasos en los cronogramas de ejecución: “Si bien es cierto que la corrupción es un problema que afecta los cimientos mismos de la democracia, hecho que en sí mismo es grave por la implicaciones sistémicas que tiene, es relevante la afectación directa que esta tiene sobre los estratos sociales más vulnerables”.

 

Unos y otros: todos

Pero no todos los gobiernos tocados por el escándalo de Odebrecht son de izquierda. El abogado peruano José Ugaz, presidente de Transparencia Internacional (TI), expone para Vértice: “Los especialistas en la materia indican que la corrupción no tiene ideología. Es como el sida, dice un profesor norteamericano, no distingue edad, estatus social, género ni ideología”.

Explica que en el caso Lava Jato, “hay personajes de izquierda, como el expresidente Lula, o Rousseff, pero también los hay derechos, como Marcelo Odebrecht o el presidente (Michel) Temer, quien también está tambaleándose por una acusación de corrupción o el ex presidente del Congreso, Eduardo Cunha”.

Para Ugaz “hay corruptos en la derecha y en la izquierda y eso lo prueba el mapa regional del caso Lava Jato, donde tenemos gobiernos vinculados a la izquierda: el de Ecuador, donde hay más de cien funcionarios involucrados; el de Brasil y cuando en Venezuela se abra la información, seguramente sabremos las vinculaciones allí”. Pero también hay –comentó- “gobiernos liberales como en el caso de los ex presidentes peruanos, República Dominicana o Colombia donde no hay una fracción de izquierda que haya estado en el poder en los últimos tiempos”.

El caso de Colombia es un buen ejemplo. A ritmo de samba los sobornos de Odebrecht se instalaron en suelo colombiano. Ya tres senadores están siendo investigados: del gobernante partido de la U: Bernardo Elías Vidal y Musa Besaile Fayad; y de Cambio Radical, Antonio Guerra de la Espriella, indagados por enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias. Además, hay señalamientos de que las campañas de Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga fueron financiadas por dineros provenientes del consorcio brasileño.

“Si bien es cierto que la corrupción es un problema que afecta los cimientos mismos de la democracia, hecho que en sí mismo es grave por la implicaciones sistémicas que tiene, es relevante la afectación directa que esta tiene sobre los estratos sociales más vulnerables”

En Panamá, el ex presidente Ricardo Martinelli y familiares cercanos aparecen investigados por su participación en el esquema corrupto de Odebrecht; en Perú, los ex mandatarios Alan García y Alejandro Toledo; y en Venezuela hay señalamientos sobre el financiamiento de las campañas de líderes opositores como Henrique Capriles Radonski y Antonio Ledezma y también de figuras oficialistas como Diosdado Cabello.

El presidente de Transparencia Internacional señala al respecto: “En los países de Latinoamérica la corrupción es sistémica, histórica y atraviesa a la clase política en general, por tanto no hay distingos ideológicos en esta materia”.

Añade que “la debilidad institucional contribuye al desarrollo de la corrupción porque no hay sistema de control y no se encuentran con una meritocracia fundada en un sistemas de valores e integridad en la función pública, porque la corrupción no es otra cosa que un abuso de poder para obtener un beneficio personal”.

Sobre ese tema, el investigador de TI en Brasil, Fabiano Angélico, explicó a Vértice: “Hay unas instituciones que son muy importantes para revelar la corrupción y para que se investigue y se sancione: la prensa, con apoyo de organizaciones de la sociedad civil y los órganos de investigación del Estado”.

De acuerdo a la explicación de Angélico, cuando las instituciones no tienen autonomía para investigar y sancionar la corrupción y cuando la prensa se ve imposibilitada de hacer su trabajo de control social y denuncia, evidentemente que los corruptos reciben un estímulo para sus prácticas. Eso explicaría por qué Venezuela ocupa el puesto 137 de 180 en cuanto a libertad de prensa, de acuerdo al último informe de Reporteros Sin Fronteras, y además el puesto 166 de 176 naciones medidas en el índice de corrupción de Transparencia Internacional.

En todo caso, y aunque haya corruptos de derecha y de izquierda, es evidente el impacto ocasionado por estos hechos ilícitos para los gobiernos socialistas y eso lo entiende bien el expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica, quien no oculta su decepción por los escándalos de corrupción que desde hace varios años aquejan a la izquierda latinoamericana.

“Tenemos un flagelo adentro de carácter ético. Cuando el afán de hacer plata se mete adentro de la política nos mata a la izquierda. ¿Por qué prolifera tanto la corrupción? ¿Parece sensato que gente de 60, 70 años se emporque en unos pesos inmundos? ¡Si sabe que tiene poca vida por delante! El tema de tener plata para ser alguien puede ser una herramienta de progreso en el mundo del comercio, donde se corren riesgos empresariales, pero cuando se mete en la política estamos fritos”, comentó hace un par de años el veterano dirigente.